“La
condición humana coexiste con la inevitabilidad de la muerte. Una real que
define las condiciones de nuestra vida, una finitud que no resulta fácil de
soportar”.
(Adriana Rubinstein, La subjetivación de la muerte propia)
Ante un cotejo entre una
y otra pieza de un mismo individuo, pueden presentarse en una de ellas
modificaciones en
la normal escrituración y modo de firmar y/o
una mayor tendencia a la desorganización gráfica que muchas veces puede ser
confundidas con una enfermedad mental inhabilitante, o un estado transitorio
confusional que lo privaba de discernimiento e incluso ser atribuida
equívocamente a una falsificación.
El desarrollo normal de
un texto o firma pueden verse modificados por diferentes causas, por lo que es
obligación del experto antes de elevar un dictamen, el considerar en la
evaluación tanto las denominadas causas materiales o causas circunstanciales
transitorias, como las patológicas o no patológicas, ni imitativas - a las que
puedan corresponder estas modificaciones o diferencias presentadas.
En oportunidades ante la
presencia de palabras construidas con letras segmentadas, una falta de
continuidad en letras, una excesiva presión o diferencias en el tamaño, etc.,
se cuestiona la autenticidad de un escrito y firma.
En otras, frente a una
modificación de la conformación de los gestos gráficos, cambios en la presión y
dirección de líneas, fragmentaciones, temblores, torsiones, omisiones, retoques,
empastes, puntos innecesarios, deshilachamientos, dictaminan que el testador
presenta un deterioro cognitivo y carecía de discernimiento al momento de
otorgar el testamento.
Antes de elevar un
dictamen, es obligación del experto tener un amplio conocimiento de cuáles son
las alteraciones, diferencias o desemejanzas que pueden presentarse en un
escrito y considerar en la evaluación las circunstancias particulares – no
patológicas ni imitativas- a las que puedan corresponder estas modificaciones o
diferencias presentadas tanto en el texto como en la firma.
En general, la superficie
de apoyo, la calidad del soporte, el tipo de útil escritor empleado y su estado,
la temperatura ambiental, la postura adoptada por el escribiente, entre otras,
pueden ser eventuales factores perturbadores que modifiquen el habitual modo de
escribir y firmar.
Sostienen al respecto José
del Picchia (hijo) y Celso Mauro Riveiro del Picchia (2): “Algunas
variaciones de la escritura resultan de la naturaleza de los instrumentos
gráficos, de las condiciones de los soportes, de la posición anormal del
escritor, etc.”.
A su vez, Félix de Val
Latierro (3) nos dice: “Mucha más importancia tiene el conocimiento de las
causas transitorias de perturbación, como son todas las que llamamos
materiales….” (…) “Estas causas han podido producir, debido precisamente a la
influencia fugaz, una perturbación gráfica en un momento determinado, todo lo
breve que se quiera, sin que aparezca en los documentos coetáneos del mismo
individuo, que estaban libres de esa influencia pasajera. La existencia de una
perturbación anormal, como la indicada puede inducir al grafocrítico a un grave
error si no tiene presente la posible existencia de una causa eventual
perturbadora”(…) “… es útil y necesario para el grafocrítico dar un vistazo a
las causas naturales modificadoras de la escritura y su repercusión en la misma”
¿Un cambio en la
posición puede generar modificaciones en el grafismo?
Escribir en una posición
incómoda puede modificar ostensiblemente la escritura original y esto debe ser
considerado en la evaluación, puesto que no siempre el sujeto redacta su
testamento sentado cómodamente.
Un simple cambio en la
posición del escribiente acarrea modificaciones de las características gráficas.
De pie o sentado, recostado, acostado, reclinado de lado, apoyado en una mesa de
cama, con el escrito ubicado en diferentes alturas (apoyo muy alto o muy bajo),
con un apoyo firme o sin apoyo del puño, la escritura no presentará el mismo
aspecto.
La simple modificación de
la posición del brazo y antebrazo al escribir, puede dar lugar a una escritura
más torpe, con temblores, sacudidas y diferentes modificaciones.
Algunas veces debido a una
enfermedad o lesión circunstancial que lo obliga a guardar reposo, el sujeto
redacta su testamento usando de apoyo una mesa de cama o lo realiza reclinado
sobre un lado con el impedimento de un correcto desplazamiento del hombro, brazo
y antebrazo, o incluso puede haberlo realizado estando cateterizado en el dorso
de la mano o en el antebrazo o en la flexura del codo, lo que lo obliga a
modificar tanto la posición de la mano, como el apoyo.
Estos cambios de posición
pueden generar diferentes modificaciones en el grafismo original, entre las que
se incluyen fluctuaciones de la legibilidad, arritmias gráficas,
emborronamientos, temblores, sacudidas, trazos lanzados, una dirección de
líneas variable, una inclinación irregular, puntos innecesarios, siendo éstas
solo algunas de las modificaciones que pueden presentarse y omitir tener en
cuenta esta condición en la evaluación, puede conducir a confundir lo que sería
una modificación gráfica circunstancial con una desorganización gráfica de
característica patológica.
La existencia de
modificaciones del grafismo ante un cambio de posición es considerada por
diferentes autores:
Andrés Meyniel Royán
expresa al respecto (4): “Damos por sentado que la posición ideal para
escribir es ésta; es decir sentado. Sin embargo, incluso en la obtención de
muestras indubitadas se olvida con excesiva frecuencia tan elemental
consideración.”
José del Picchia (hijo) y
Celso Mauro Riveiro del Picchia (2) aseguran que: “Algunas variaciones de la
escritura resultan de la naturaleza de los instrumentos gráficos, de las
condiciones de los soportes, de la posición anormal del escritor, etc.”. Y
refiriéndose a los cambios que una posición incómoda o defectuosa puede producir
en una escritura expresan: “Al hacer un escrito una persona puede estar
sentada, con los brazos apoyados, sentada pero sin acomodo satisfactorio, o de
pie, sin ningún apoyo para el brazo. Estas diferentes posiciones son
susceptibles de acarrear modificaciones accidentales en el grafismo. Implica una
mudanza del pivot gráfico”.
Características
gráficas en común, pero razones diferentes.
Diferentes patologías
psiquiátricas, orgánicas y circunstanciales, pueden presentar algunas
características gráficas en común y de no tener el perito conocimiento de ellas
puede prestarse a confusión. Por ejemplo (5):
Una patología depresiva
que incremente la atención hacia el mundo interior lo hará a expensas del
déficit de atención hacia el mundo externo lo cual condicionará la respuesta
escrita. La misma presentará entre otros indicadores una escritura
desorganizada, pequeña y descendente.
La enfermedad de Wilson,
patología orgánica que puede presentar síntomas psiquiátricos que incluye
entre otros depresión, también presentará una escritura desorganizada, pequeña
y descendente.
Sin embargo, también la
escritura de una persona con una discapacidad visual profunda pude presentar
una escritura desorganizada, pequeña y descendente.
Y además observaremos que
una persona cuando está agotada tendrá una calidad de respuesta gráfica
diferente a cuando se encuentra descansada. Y este estado de agotamiento
producirá una escritura desorganizada, pequeña y descendente.
Por otra parte,
alteraciones de las glándulas suprarrenales que incrementen la secreción de
adrenalina / epinefrina darán lugar a una escritura excitada, despareja y
grande.
Sin embargo ante un estado
circunstancial de gran entusiasmo o euforia, la escritura habitual también puede
presentarse excitada, despareja y de tamaño más grande.
Afecciones que alteren la
orientación espacial darán lugar a una escritura que no puede mantener la
organización del texto, ni la dirección de líneas.
Pero también, escribir en
la oscuridad tampoco permitirá mantener lo organización del texto, ni la
dirección de líneas.
Una escritura en rosario o
trémula, en la que el trazado presenta
pequeños temblores-
generalmente en sentido vertical - dando visualmente la impresión de estar
formado por una continuidad de puntos,
puede presentarse ante
diferentes causas, tanto accidentales como orgánicas que pueden o no afectar el
psiquismo. Puede ser consecuencia de un frio intenso, de un agotamiento físico
inmediato, vejez, diferentes trastornos nerviosos, trastornos cardíacos, la
Enfermedad de Parkinson, intoxicaciones de diferente índole, e incluso prestarse
a confusión al presentar características semejantes a las torsiones glandulares
y las provocadas por el dolor.
Grafología emocional:
La importancia de tomar en cuenta los aspectos emocionales a la hora de evaluar
un testamento ológrafo.
Hemos mencionado cómo
diferentes causas circunstanciales, como una alteración tanto desde lo orgánico
o desde lo psicológico, pueden afectar la escritura y presentar características
similares entre ellas.
Sin embargo, ante las
diferencias que pueden presentarse entre la escritura habitual del sujeto y la
correspondiente a la confeccionada en un testamento ológrafo, existe otra
cuestión que tampoco puede ser dejada de lado, y ésta es descartar si la
desorganización o modificación del trazado habitual no se debe a la situación
anímico - emocional circunstancial del escritor.
Esto puede ser comprobado
a través de los aportes realizados por la grafología emocional (Escuela
Emocional), que es la rama de la grafología clásica que estudia los accidentes
gráficos escriturales (lapsus calami) y todas aquellas alteraciones emocionales
circunstanciales o dominantes del sujeto, incluyendo las denominadas palabras
reflejas y las palabras estímulos.
Son numerosos los autores
que han aportado con sus investigaciones elementos enriquecedores a esta rama de
la grafología, entre ellos Rafael Sherman,
autor de “Die
Schrift lügt nicht”
(La escritura no
Miente), quien relacionó los microgestos reveladores de determinadas
alteraciones emocionales expresadas en el escrito como accidentes gráficos.
Hans Langerbrugh, F.N. Freman, Müller Enskat, Robert Saudek, Johannes Pulver,
Freddy Suizer, Wilfred Daim, Ludwing Klages, entre otros, destacándose
especialmente en esta escuela los aportes realizados por Curt A. Honroth (6),
quien
inspirándose en los descubrimientos que había realizado Rafael Shermann,
continúa las investigaciones hallando un paralelo entre los lapsus cálami
(accidente gráfico escritural o erratas) que son consecuencia de una alteración
emocional circunstancial o dominante en el sujeto y los lapsus linguae
freudianos (6).
Al respecto Andrés
Meyniel Royán (7) expresa: “Honrot estableció las bases de la Grafología
emocional, demostrando que el estado tímico del escritor incide importantemente
en su grafía, a menos de modo muy parecido a como la Psicología ha demostrado su
vinculación con el lenguaje oral y con el corporal.”
Ningún individuo, en un
estado psíquico normal, puede mantenerse ajeno o indiferente a las emociones y
sentimientos asociados a las palabras-pensamientos que inscribe en su
comunicación escrita, y muestra gestual y simbólicamente su disposición anímica
emocional en las variables de su escritura.
Estos aspectos se
relacionan con el ordenamiento, tamaño, forma, dinamismo, inclinación, etc.,
pero también lo demuestra en palabras, frases o párrafos, donde el contenido lo
afecta, mostrando así la presencia y acción de reacciones emocionales vinculadas
al significado de aquello que está escribiendo.
Ante este estado de
excitación emocional, el organismo reacciona con exaltación, detención,
disminución, etc., produciendo este estado psicosomático consecuencias en la
expresión gráfica que se evidenciará a través de los denominados lapsus calami,
palabras reflejas, y otras anomalías gráficas cuya interpretación permitiría al
grafólogo determinar el estado emocional del individuo.
Lapsus cálami

Lapsus:
Error o equivocación que se comete sin querer, por olvido o falta de atención
(Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L.)
Lapsus (Psicol.):
Palabra hablada o escrita equivocadamente en lugar de otra (Diccionario
Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.)
En Psicopatología de
la vida cotidiana, Sigmund Freud denomina a los lapsus, Fehlleistung
(acto fallido) y no es un error casual sino una manifestación del inconsciente.
Estos actos fallidos
pueden ser:
-
Lapsus linguae (resbalón de la lengua - actos fallidos de lengua - acto
fallido al hablar)
-
Lapsus cálami (resbalón de la pluma - error de pluma - equívoco de
cálamo o pluma - equívoco al escribir)
Lapsus es una palabra
del latín que significa resbalón/deslizamiento/ tropiezo/ error. Se utiliza
cuando se hace referencia a una falta o equivocación cometida por descuido.
Cálamo en latín
significa pluma.
Lapsus cálami (error
de pluma), es entonces un resbalón de la pluma o error cometido al escribir, que
se manifiesta como accidente gráfico en la escritura.
El lapsus se
produce por la superposición de dos ideas, las que el sujeto había elaborado
previamente (en forma inconsciente) y que le ocupa, en el momento de escribir,
el centro de la consciencia.
Esta falla escritural
es indicadora de la dificultad que tiene el sujeto de adaptarse a las
circunstancias del momento, representando un estado de ambivalencia (amor/odio;
deseo/temor, etc.) quedado representada gráficamente a través de
perturbaciones psicomotoras que alteran la estructura de la palabra en sí misma
(torsiones, trazos quebrados, cortes de la fluidez motriz, desvíos, temblores,
retoques, modificaciones de tamaño, dirección, etc.)
Por otra parte, los
verdaderos pensamientos hostiles pueden abrirse camino a través de la conciencia
para expresar una hostilidad inconsciente, quedando esto impreso en el texto,
registrándose como una modificación del término que se quiso emplear por otro
que deja en evidencia el verdadero sentir del autor.

Asimismo, la
represión de una intención (pensamiento verdadero) puede abrirse camino en el
discurso escrito.
Puede producirse como
un rendimiento fallido producido por la condensación motivada por la
impaciencia. Estar relacionado con un secreto que el sujeto sabe que debe
ocultar. Ser la expresión de un sentimiento de envidia, etc.
Diferenciamos tres
clases de lapsus cálami:
-
Lapsus cálami enfático o primario.
-
Lapsus cálami emocional o secundario.
-
Lapsus cálami mixto
Lapsus cálami
enfático o primario
Se produce una
modificación inconsciente de carácter enfático (aumento) o represivo
(disminución) en la sonoridad de la frase o palabra que difiere de la escritura
habitual. Puede acentuarse la legibilidad, la regularidad, modificarse tamaño,
altura, etc.
El lapsus cálami
enfático o primario, puede ser eufórico o represivo:
-
Eufórico:
Mayor tamaño. Más ascendente. Mayor presión. Más destacado, Realizado con mayor
cuidado, de manera más notable. Se asemeja a levantar la voz.
-
Represivo:
Menor tamaño. Más
descendente. Presión menos apoyada, más tenue o débil.
Lapsus cálami
emocional o secundario
En el lapsus cálami
emocional o secundario, un choque emocional (inconsciente) perturba la escritura
original del sujeto, provocando modificaciones que acentúan la irregularidad en
párrafos, palabras o letras. Se manifiesta mediante
correcciones, omisiones,
repeticiones, agregados, saltos de palabras, retoques, modificaciones de la
inclinación, modificaciones de la presión, errores gramaticales, temblores,
puntos innecesarios, etc.
El lapsus cálami
emocional o secundario
puede ser eufórico o represivo:
-
Eufórico:
Mayor tamaño del grafismo. Dirección más ascendente. Imbricados ascendentes.
Palabras que “saltan” dentro la oración. Incremento de la presión. Se acentúa
las modificaciones de la inclinación en letras o palabras. Incremento de la
presión. Se incrementa la velocidad.
-
Represivo: Se
produce una deficiencia en la distribución espacial. Menor tamaño del grafismo.
Se modifica la inclinación en letras o palabras (de inclinación dextrógira a
sinistrogira. Disminución de la velocidad. Pérdida de la presión o
modificaciones súbitas en esta. Pérdida de la nitidez e incremento de la
pastosidad. Modificaciones en las formas habituales de las letras.
Modificaciones de los finales de palabras (caídos, truncados, podados, etc.).
Un choque emotivo: la
idea de la propia muerte
Una
palabra determinada puede provocar en el escritor, por asociación de ideas, un
proceso emotivo - relacionado con sus problemas. Este proceso moviliza cargas
afectivas que excitan el Sistema Nervioso (SN), que a su vez origina una
descarga motora periférica, la cual afecta la ejecución de dicha palabra.
C. Honrot nos dice al
respecto: “Cuando la mente elabora simultáneamente una aspiración, un deseo
seguido por un desaliento, una duda o un temor en cuanto a su realización
práctica, en el preciso momento en que la pluma toma contacto con el papel, se
exterioriza el juego emocional mediante los accidentes gráficos, que podrán
compararse con remiendos dentro de la trama de un tejido”(…) “Todo movimiento
gráfico tiene una medida que es igual al impulso que lo origina, desde el punto
de vista dinámico, pero siempre supeditada al estudio psicosomático
circunstancial del individuo” . Para luego agregar “…cualquier choque
emotivo de procedencia interna o externa – siempre de acuerdo con la
idiosincrasia peculiar del sujeto - revela la existencia de un conflicto entre
la intención consciente y el deseo inconsciente. Todo tropiezo de la pluma, toda
alteración gráfica, toda errata constituye una especie de réplica muda contra
imágenes molestas…”
Esto no debe extrañarnos,
ya que si consideramos que existe una estrecha relación entre la coordinación
neuromuscular y el organismo integral, y que esto está íntimamente relacionado
con las condiciones psicosomáticas del individuo, entenderemos por qué un estado
emotivo puede desorganizar la estructura del contenido escrito, provocando
anomalías gráficas sin que ello signifique de ninguna manera estado patológico
alguno.
En la redacción de un
testamento ológrafo mediante un proceso inconsciente, las palabras pensadas (por
asociación) provocan la liberación inconsciente de una carga afectiva (por medio
de la mano) que alteran el ritmo y morfología de las palabras.

En tal sentido se expresa
Ludwing Klages (8): “A veces ocurre que un documento presente renglones
ya ascendentes, ya descendentes, letras tanto grandes como pequeñas. En tal caso
conviene leer el pasaje, porque entonces podría comprobarse si la alternancia
gráfica corresponde exactamente a un cambio en el elemento afectivo del
contenido; así, sin recurrir a nuevos escritos se habrá comprobado el grado de
emotividad del escribiente”. Expresando luego respecto a las circunstancias
internas: “Toda escritura está influida además por la constitución afectiva
momentánea del escribiente…” (“…”) “…por múltiples razones puede ocurrir que uno
deba abandonar por un momento la propia costumbre, para escribir con cierta
negligencia o atención exigidas por la circunstancias. En ambos casos el
grafismo ya no es realizado espontáneamente, y por consiguiente en ambos casos
su sello personal está alterado” (“…”) “….debemos tener en cuenta el
influjo de las emociones repentinas…”
Al redactar un testamento
ológrafo, el sujeto debe enfrentarse inevitablemente con la idea de la propia
muerte.
Diferentes disciplinas han
reconocido “…la existencia de una cultura evasiva, represora y negadora de la
idea de la muerte personal” (9).
L. V. Thomas (10) ha
señalado que las actitudes y conductas ante la muerte en Occidente son de
evasión, rechazo y miedo.
También R. Piéis (11) ha
hecho notar que el hombre occidental parece experimentar terror ante la muerte y
vive una cultura negadora de ella.
S. Freud, (12)
dice: “La muerte
propia no se puede concebir; tan pronto intentamos hacerlo podemos notar que en
verdad sobrevivimos como observadores (…) “En el fondo, nadie cree en su propia
muerte, o, lo que viene a ser lo mismo, en el inconsciente cada uno de nosotros
está convencido de su inmortalidad”
Vemos entonces que tal
como manifiestan diferentes autores, al enfrentar la idea de la propia muerte,
la condición anímica circunstancial del autor de un testamento ológrafo no es la
misma, y la tensión y carga emocional que presenta al momento de la redacción
altera la calidad del grafismo, sin que ello signifique condición patológica
alguna.
Refiriéndose a esta
particular emotividad, M. García Fernández (13) expresa: “Las circunstancias
que rodean al testamento son diferentes, lo que genera también una atmósfera de
mayor emotividad”.
El pensamiento de la propia muerte
genera ansiedad y la ansiedad desencadena cambios fisiológicos y motrices
Al respecto dice
Carmen Bustos (14):
“Entre otros: Feifel, Eissler, Johnson, Spielberger, Kübler-Ross han
demostrado que el pensamiento de la muerte es una fuente de angustia para el
hombre. La ansiedad es un estado caracterizado por sentimientos subjetivos
conscientemente percibidos de aprensión y de tensión asociados a una activación
del sistema nervioso autónomo”.
Frente a la redacción de
un testamento ológrafo, el sujeto se ve obligado a recordar hechos del pasado,
a organizar el presente y a tomar previsiones para el futuro, y sin importar
qué tan cerca o lejos el testador vislumbre su propia muerte, redactar su
última voluntad lo conduce a tomar consciencia de que en algún momento deberá
llegar ese triste e inevitable instante en su vida. Y como ya hemos expresado
anteriormente, esa idea es algo que cualquier ser humano intenta mantener - en
lo posible - lejos de su pensamiento, puesto que el miedo a la muerte produce
ansiedad y el no saber “cuándo” genera angustia.
La
Lic. Adriana Rubinstein (15)
sostiene al respecto “Saber que la muerte puede ocurrir en cualquier momento
y al mismo tiempo proyectar al futuro la dimensión del deseo no es sencillo.
Tensión irreductible que requiere al mismo tiempo saber de la finitud y sostener
el futuro a pesar del futuro incierto”.
Vemos entonces que frente
a la redacción de un testamento ológrafo y al enunciar su muerte, se produce en
el testador un choque emotivo (alteración del estado anímico circunstancial).
De acuerdo a lo expresado
por C. Honrot, “un choque emotivo perturba la estructura básica de la
escritura, expresándose de este modo la represión de un deseo, de un
pensamiento”
Un choque emotivo altera
la modulación de la letra y su arquitectura gráfica como producto de la ansiedad
y angustia que los contenidos emotivos provocan en el autor. Y es,
precisamente entonces, por el impacto producido por este choque emotivo que se
evidencian alteraciones en la modulación de la letra y la arquitectura gráfica
general en un testamento ológrafo.
Refiriéndose a estas
modificaciones gráficas nos dice Matilde Ras (16): “No sólo en los
casos morbosos es reveladora la escritura; ciertos estados de ánimo, como queda
dicho - y que reitero de importancia - , de ira, de terror, de entusiasmo, de
amor, de odio, quedan registrados en este acto tan complicado y sutil del acto
de escribir”.
Honroth al referirse a
las “anomalías graficas que pueden ser consecuencia de un choque emotivo”
haciendo referencia a Freddy Sulzer, en “Angst,
Verdrängung, Hemmung und Unlust im Schriftausdruck”
Leiden, E. J. Brill, 1949 (El miedo, la represión, la inhibición y el displacer
en la expresión escrita) señala:
Agregados. Atrofia.
Impulso de letra, palabra o frase atrofiados. Lapso de cohesión. Letras
rebajadas. Letras brisadas. Letras caídas. Letras cegadas. Letras empastadas.
Letras inconclusas. Letras podadas. Letras yuxtapuestas. Presión espasmódica.
Puntos accidentales. Retoques o correcciones posteriores. Sacudidas.
Soldaduras. Temblores. Trazo superpuesto.
A los que luego agrega:
Errores gramaticales. Omisiones. Repetición de letras, sílabas u palabras.
Tonalidad de tinta fluctuante.


Temblores y torsiones
como consecuencia de estados emotivos
Es precisamente ante la
aparente contradicción de no querer pensar en la muerte, pero de tener absoluta
consciencia de la realidad de la existencia de la misma, y de las emociones
surgidas de acuerdo a los contenidos de cada frase que inscribe - tanto de
esperanza como de desaliento o duda respecto al futuro cumplimiento de sus
disposiciones - donde muchas veces se da en el autor del testamento un aumento
de la emotividad y la expresividad, demostrando cómo ha experimentado este
pensamiento.

El
choque emotivo queda entonces reflejado sobre el papel en forma de anomalías
gráficas que alteran la modulación de la letra a través de temblores, torsiones
y alteraciones del ritmo entre otros signos gráficos.
A propósito de esto C.
Honrot manifiesta: “Cuando la mente elabora simultáneamente
una aspiración, un deseo seguido por un desaliento, una duda o un temor en
cuanto a su realización práctica, en el preciso momento en que la pluma toma
contacto con el papel, se exterioriza el juego emocional mediante los accidentes
gráficos, que podrán compararse con remiendos dentro de la trama de un tejido”
Ante la presencia de
temblores en un escrito, el estudio minucioso de estas formas de presentación
será, para el perito experto, un claro indicador de las causas que lo provocan,
permitiéndole establecer la diferenciación entre los temblores producidos por
estados emotivos, de los generados por otras causas.
De acuerdo a ello
expresan, entre otros, los siguientes autores:
Matilde Ras: “Así
pues, existen grandes diferencias en los temblores gráficos según a qué causas
obedezcan. Puede ser constitucional, o producido por diversas dolencias; puede
estar agravado por las emociones o por el cansancio, circunstancias que se
reflejan con exactitud en la escritura…”
José del Picchia y Celso
M. Ribeiro del Picchia dicen: “Evidentemente, existe la
posibilidad, la cual deberá ser descartada, de que se tratara de temblores
eventuales, como los provocados por estados emotivos…”
Los peritos deben
considerar que todas las personas presentan algún grado de temblor durante el
movimiento. Este temblor, denominado fisiológico, involucra principalmente las
manos y generalmente es demasiado leve para ser notado en la mayoría de las
personas. Sin embargo, las circunstancias estresantes pueden acentuarlo, hasta
el punto de hacerlo visible a simple vista.
Esto es enunciado por
diferentes autores, entre otros:
Dr. Alberto Vargas,
(20):” Se define el temblor como la oscilación rítmica e involuntaria de
grupos musculares recíprocamente inervados, que causa movimiento de una parte
del cuerpo sobre un plano fijo en el espacio. No siempre es anormal ya que
fisiológicamente la contracción muscular es oscilante y puede producir el
llamado Temblor Fisiológico…”, ídem “….Temblor de acción:….Fisiológico:
variante normal resultante de la contractura muscular.”
Dr. J. Kulisevsky y JM.
Grau – Veciana (21): “Tampoco el temblor puede considerarse siempre
como un movimiento “anormal”, ya que existe un tipo de temblor, llamado
fisiológico, que puede experimentar cualquier persona bajo determinadas
circunstancias, como la fatiga muscular o el estrés psíquico.” Ídem, “Temblor
fisiológico normal…inducido por ansiedad, estrés, miedo, fatiga.”
Las emociones son
mecanismos de supervivencia que permiten a un individuo tanto impulsarse hacia
aquello que considera beneficioso como huir del peligro, siendo sus componentes
la cognición, la afectividad y los cambios físicos. Estos cambios físicos
presentan una respuesta externa – como, por ejemplo, las expresiones faciales -
y una respuesta interna o fisiológica provocada como una expresión del Sistema
Nervioso Central que entre otras cosas puede provocar temblor.
Este temblor, producto de
un estado emotivo, es el que se encuadra entre las denominadas circunstancias
normales, no correspondiendo por sus características a ningún otro que indique
una condición patológica, quedando registrado en el escrito a través de
movimientos gráficos tremulantes.
Conforme a ello expresan:
José del Picchia y Celso
M. Ribeiro del Picchia (22): “Emotividad…Tremulaciones también acompañan la
emotividad”.
C. Honrot, citando
a F. Sulzer, (23): “Anomalías gráficas que pueden ser
consecuencia de un choque emotivo: temblores, desvíos leves o agudos de la
dirección original del trazo…”
De manera que los
ocasionales temblores que muchas veces observamos en los testamentos ológrafos,
se corresponden con los producidos por un choque emocional y son en estos casos
ocasionados por el desplazamiento de la energía nerviosa que hacen oscilar el
pulso del escritor, mostrando simplemente indicadores de la emotividad del
momento, y siendo siempre concordantes con el sentido de la palabra en la que se
observan, no correspondiéndose en su orientación, magnitud, frecuencia y
calidad con ninguna otra condición.
También pueden presentarse
en el escrito torsiones (curvaturas más o menos pronunciadas que aparecen en
los trazos que por su caligrafía deberían ser rectos) y que en estos casos son
indicadoras del estado de ansiedad y emotividad producto del sufrimiento
psíquico interior ante la lucha que todo sujeto sano debe mantener consigo mismo
cuando está escribiendo sobre un tema que le provoca aprehensión y lo angustia.

CONCLUSIÓN
Vemos entonces que siempre
debe considerarse si las modificaciones gráficas surgidas en un testamento
ológrafo no están producidas por las denominadas causas accidentales físicas,
tales como un cambio de posición, ya que una posición incómoda puede modificar
ostensiblemente la escritura original de un sujeto generando no sólo temblores,
sacudidas y una dirección de líneas variables, sino también una variabilidad
general que incluye, entre otros signos, descontrol de los trazos, trazos
lanzados, inclinación irregular, cambios de velocidad, es decir, variabilidad en
general en todo el contenido del escrito.
Que, tal como expresa la
Escuela Emocional, los factores emocionales circunstanciales, que derivan del
pensamiento de la propia muerte en la redacción de un testamento ológrafo, y la
tensión y la carga emocional de los contenidos de lo escrito, pueden afectar el
modo natural de escribir del autor, generando modificaciones gráficas que
contrasten con las de otros documentos que haya realizado, incluso entre ellos,
otros documentos notariales que haya confeccionado, sin que eso conduzca a dudar
de la capacidad psicofísica del autor en el momento de su redacción.
Que conforme a las
emociones que cursan de acuerdo al sentido emocional de cada frase que asienta,
las alteraciones de la modulación de la letra y el ritmo, como las torsiones y
los ocasionales temblores que pueden evidenciarse en el escrito, pueden ser
producto de la emoción del momento, al producirse en el autor, un choque emotivo
al estar disponiendo de sus bienes y asuntos, previendo su propia muerte. Siendo
generalmente tales manifestaciones gráficas indicadores del estado de
ansiedad y emotividad, producto del sufrimiento psíquico interior ante la lucha
que el autor mantiene consigo mismo al estar escribiendo sobre temas
determinados que le provocan aprehensión, lo preocupan o angustian.
En consecuencia, de no
tomar en cuenta o descartar el perito, en primera instancia, esas probables
causas y las características escriturales que permiten identificar a cada una de
las mismas, las modificaciones gráficas y/o desorganización presentadas pueden
ser erróneamente atribuidas a perturbaciones psíquicas u orgánicas que no
correspondan a causas reales que afecten al sujeto.
Bibliografía:
1. Doyharzábal María del Carmen, Testamentos
ológrafos, particularidades psicológicas y alteraciones orgánicas del autor,
Modificaciones del grafismo,
Otras causas que pueden afectar el modo natural de escribir del autor
(Fragm.), 1998, 2006, 2011, 2016.
2. del Picchia, José (hijo) y Riveiro del Picchia, Celso Mauro, Tratado de
documentoscopía, 1º edición, Ed. La Rocca, Buenos Aires ,1993
3. Val Latierro Félix del, Grafocrítica, El documento, la escritura y su
proyección forense, La escritura y sus modificaciones, Pág. 67, Ed. Tecnos S.A.,
Madrid, 1963.
4. Meyniel Royán Andrés, Tratado de grafocrítica, IV.1.2.3., La posición, pág.
84, Ed. Trivium, S.S. Madrid, 1992.
5.
Doyharzábal, María del Carmen, Apuntes de Grafopatología, Cuadernillo teórico de
cátedra, 1998, 2005, 2011.
6. Doyharzábal, María del Carmen, Apuntes de
Grafología Emocional, Cuadernillo teórico de cátedra, 1997, 2011.
7. Meyniel Royán, Andrés, Tratado de grafocrítica - Ed. Trivium, S.A. Madrid, 1º
edición, Pág. 38.
8. Klages Ludwing, Escritura y carácter, Ed. Paidos, Buenos Aires, 1972.
9.
Vilches Seguel
Liliana, Concepciones, creencias y sentimientos acerca de la muerte en adultos
mayores de nivel educacional superior, Revista de Psicología, vol. IX, núm. 1,
2000, p. 0, Universidad de Chile, Santiago, Chile.
10. Thomas L. V., Antropología de la muerte, Fondo de Cultura Económica, México,
1993.
11. Piéis R., Sentido y valor de la vida, En R. Fernández,
Neuropsicofarmacología, 1. E. Cangrejal, Bs. As, 1996.
12.
Freud, S., De guerra y muerte. Tema de actualidad (1915), Volumen
14, Obras Completas, Amorrortu editores. Buenos Aires. 1987.
13. García Fernández, M., Actitudes ante a muerte, religiosidad y mentalidad en
la España moderna. Revisión historiográfica, hispana, L, 1990.
14. Bustos Carmen, Psicología de la muerte, Traducido y extractado de Question
de Nº 71 Editions Ritz.
15. Rubinstein Adriana, El inconsciente, Revista La mujer de mi vida, N° 35, Año
IV.
16. Ras Matilde, Lo que sabemos de grafopatología, Cap. XII Los testamentos
ológrafos, Ed. Gregorio del Toro Madrid, 1968, Pág. 162.
18.
Honroth Curt. A.,
Grafología emocional, Ed. Troquel, 1957, Bs. As., Argentina, Pág.80
19. del Picchia, José (hijo); Riveiro del Picchia, Celso Mauro, Tratado de
documentoscopía, 1º edición, Ed. La Rocca, Bs. As., 1993, Pág. 181
20. Vargas, Alberto, Cuadernos de Neurología, Vol. XXIV, 2000
21. Kulisevsky J.; Grau Veciana J.M. Temblor. Diagnóstico diferencial y métodos
de valoración, Cursos de formación del primer Congreso Iberoamericano de
Neurología Societat Catalana de Neurología
22. del Picchia, José (hijo); Riveiro del Picchia, Celso Mauro, Tratado de
documentoscopía, 1º edición, Ed. La Rocca, Bs. As., 1993, Pág. 227
23. Honroth Curt. A.,
Grafología
emocional, Ed.
Troquel, 1957, Bs. As., Argentina, Pág. 41, Sulzer F. (Angst, Verdrángung,
Hememmung und Unlust im Schriftrusdruck, Leiden, Verlang, E. J. Brill, 1940
Copyright
© María del Carmen Doyharzábal – Todos los derechos reservados.
Prohibida su reproducción sin autorización expresa.
|