“El dolor es para la humanidad un tirano más
terrible que la misma muerte”
(Albert Schweitzer)

El dolor, tan antiguo como
el
hombre mismo, fue en un inicio atribuido a diferentes causas. Los primitivos
creían que era producido por la invasión de espíritus malignos por transgredir
un tabú. Para los religiosos era un castigo divino infringido por ser un
pecador. Para los clásicos hipocráticos era un desequilibrio de los humores
internos corporales…
En la actualidad la
ciencia médica, nos enseña que el dolor puede tener diferentes orígenes y
causas pero que ninguna de ellas es consecuencia de presencias demoníacas o del
enojo divino, y que entre las tantas funciones vitales que le pertenecen al
sistema nervioso, se encuentra la de alertar mediante el dolor, de la
existencia de una lesión o la incipiente probabilidad de ésta.
La International
Association for the Study of Pain (IAPS), define el dolor como "una
experiencia sensitiva y emocional desagradable, asociada a una lesión tisular
real o potencial".
Posteriormente la IAPS,
extendió esta definición agregando “La incapacidad de comunicarse no
descarta en modo alguno la posibilidad de que un individuo este sufriendo dolor
y necesite el correspondiente tratamiento analgésico”
Diferentes formas de
clasificar el dolor
Existen diferentes
criterios de clasificación del dolor.
La International
Association for the Study of Pain (IAPS) establece la clasificación de
criterios combinados a través de diferentes ejes:
Eje I: Región del cuerpo.
Eje II: Sistema cuyo
funcionamiento anormal puede producir dolor.
Eje III: Características
temporales del dolor y patrón de ocurrencia.
Eje IV: Establecimiento
por parte del paciente de la intensidad y el momento de inicio del dolor.
Eje V: Etiología probable.
Otros prefieren
estudiarlos de acuerdo a su etiología, fisiopatología, mecanismos,
sintomatología, función biológica.
En estos casos, en forma
muy general diremos que el dolor se clasifica:
Según su duración:
Agudo: Dolor de comienzo
súbito y de duración limitada.
·
Crónico:
Dolor que persiste a través del tiempo (más de 3 o 6 meses) Puede ser continuo
o recurrente.
Oncológico o no oncológico.
Según su patogenia:
·
Neuropático
(no nociceptivo) El dolor es consecuencia de una lesión periférica o central a
nivel de las fibras nerviosas “…dolor que se origina como consecuencia
directa de una lesión o enfermedad que afecta al sistema somatosensorial” (Special
Interest Group on Neuropathic Pain - NeuPSIG - de la IASP).
·
Nociceptivo:
El dolor es consecuencia de una lesión somática o visceral. Puede ser somático
superficial, somático profundo, visceral.
·
Psicógeno:
Es un dolor de naturaleza psicosomática (no es consecuencia de una lesión
orgánica, sino que tiene origen psíquico).
Según su localización:
·
Somático: El
dolor surge por lesión en tejidos corporales (tejidos cutáneos,
musculoesqueléticos y periósticos, de ligamentos y articulaciones).
·
Visceral: Es
un dolor producido por lesión o disfunción de un órgano interno. Se presenta
acompañado de intensos reflejos motores y autosómicos a causa de la organización
segmentaria del asta dorsal de la médula espinal.
Según su curso:
·
Continuo: El
dolor persiste y no desaparece en ningún momento durante el trascurso del día.
·
Irruptivo:
Es un dolor que puede presentarse en pacientes oncológicos o los que padecen
dolor crónico no maligno.De
acuerdo a la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), la Sociedad Española
de Cuidados Paliativos (SECPAL) y la Sociedad Española de Dolor (SED):
“exacerbación del dolor de forma súbita y transitoria, de gran intensidad (EVA >
7) y de corta duración (usualmente inferior a 20-30 minutos), que aparece sobre
la base de un dolor persistente estable, cuando este se encuentra reducido a un
nivel tolerable (EVA < 5) mediante el uso fundamental de opioides mayores”.
Según su manifestación
clínica:
·
Cólico
·
Urente
·
Dolor de
carácter sordo
·
Constrictivo
·
Pulsátil
·
Neurálgico
·
Pungitivo
·
Fulgurante
Según su intensidad:
Leve.
Moderado.
Severo.
El dolor es una sensación
subjetiva y es variable de un individuo a otro. Es decir, cada individuo lo
percibe de manera particular y personal, de modo que las escalas de valoración
del dolor permiten cuantificar la percepción subjetiva de parte del sujeto.
Existen diferentes escalas
que permiten evaluarlo de acuerdo a los diferentes estados cognitivos, capacidad
para colaborar, etc.
Cuando el sujeto se
encuentra consciente y comunicativo se utilizan por ejemplo:
Escala Visual Analógica
(EVA)
Escala Numérica Verbal (ENV)
Escala Descriptiva Verbal
(EDV)
Termómetro de Dolor de
Iowa (IPT)
En pacientes que han
perdido la capacidad de comunicación o están inconscientes, se utilizan los
indicadores fisiológicos y /o escalas de comportamiento, valorándose entre otros
la expresión facial, el tono muscular (los movimientos de los miembros
superiores e inferiores), etc.:
·
Behavioral
Pain Scale (BPS, Escala Conductual del Dolor)
·
Critical-Care
Pain Observation Tool (CPOT, Escala Observacional del Dolor en Cuidados
Críticos)
·
Escala de
Campbell
·
Escala
Sobre Conductas Indicadoras de Dolor (ESCID)
·
The Adult
Non-Verbal Pain Scale (NVPS, Escala de Dolor en el adulto No Comunicativo)
Según la farmacología:
Responde bien a los
opiáceos.
Parcialmente sensible a
los opiáceos.
Escasamente sensible a los
opiáceos.
Según factores pronósticos
de control del dolor:
Dolor difícil o complejo
(no responde a la estrategia analgésica habitual)
Neurofisiología del
dolor - Nocicepción
Desde el momento en que se
origina un daño o lesión y la percepción dolorosa de esta, se producen una
serie de procesos neurofisiológicos denominados nocicepción.
Estos procesos son
cuatro:
·
Transducción.
·
Transmisión.
·
Modulación.
·
Percepción.

Debemos considerar que si
bien un estímulo nocivo (daño) causa dolor, este puede ser experimentado aun
sin la presencia de tal estímulo. El dolor post-ictus o el dolor de miembro
fantasma (dolor neuropático) son algunos ejemplos de que el dolor puede estar
presente aún sin entradas nociceptivas.
Respecto a esto,
coincidiendo con los conceptos expresados por A. K. P. Jones (2), Daniel
Arbaiza Aldazabal (3) nos dice: “Dolor no es igual que nocicepción, nocicepción
es la respuesta a la estimulación de los nociceptores, si bien la nocicepción
puede damos una experiencia dolorosa, la nocicepción también puede ocurrir en
ausencia de dolor y el dolor puede estar presente en ausencia de nocicepción.
Esto explica la existencia de términos como dolor no nociceptivo (Ej. Dolor
neuropático y psicógeno) y el dolor nociceptivo (Ej. dolor inflamatorio)”.
Por qué el dolor
afecta el gesto gráfico?
Toda vez que el dolor se
procesa, se activan en el cerebro un determinado número de estructuras. Es decir
que el estímulo se dirige al cerebro y crea una percepción propia del dolor o
estado mental y en esa instancia el grafismo sufre modificaciones.
Sintetizando el concepto
diremos que el gesto grafico se modifica debido a un mecanismo neurofisiológico
en el que la activación de los nervios que transmiten el dolor - nervios que
nacen en los ganglios espinales - trasmiten la sensación dolorosa hasta la
médula y de ahí al cerebro y por un mecanismo reflejo, se desencadena la
contractura de los músculos (contractura defensiva), lo que impide una fluidez
en el movimiento.
Citando al Dr. Pedro
Martín Rojo, manifiesta Matilde Ras (4) “…las enfermedades dolorosas
influirán en la actividad voluntaria e involuntaria de los miembros superiores
no sólo por la actitud forzada que el cuerpo adopta sino también por modificar
su propia tonicidad por vía refleja ante el temor del dolor, lo cual afectará la
espontaneidad del escrito”
La
realización de un correcto gesto gráfico, requiere de un adecuado equilibrio
neuromuscular y el
dolor puede provocar un enlentecimiento de los reflejos, afectar la coordinación
de los movimientos, el control postural y la estabilidad articular.

La contractura de los
músculos - desencadenada por el dolor - impide la fluidez de los movimientos
en la escritura y de ahí que independientemente de la
etiología de este, se manifestará gráficamente por medio de una pérdida de los
movimientos curvos naturales, adquiriendo características angulosas o tensas.
Dolor y sufrimiento
Sufrimiento, es un término
que deriva del latín sufferre, que significa soportar /aguantar.
“El sufrimiento no es
siempre dolor - expresa
la Dra. María del Carmen Mucci (5)
- Supone una dinámica
psíquica que activa dimensiones afectivo-cognitivas: ansiedad, angustia, miedos,
huellas mnémicas representaciones de cosas y de palabras, estilos y esquemas
cognitivos. El paciente apela, defensivamente, a un movimiento precoz, no
consciente, anticipando perceptualmente la vivencia de dolor físico y
padecimiento futuro”.
Aún antes de experimentar un dolor
físico, el temor y la expectativa del comienzo del mismo, genera en el sujeto
sufrimiento. Y este miedo al sufrimiento que puede generar el dolor, puede ser,
en ocasiones, aún peor que el dolor mismo.
Al respecto nos dice
Rodríguez Guerrero (6): “Si bien el dolor tiene origen físico, el sufrimiento
atraviesa toda la estructura antropológica del ser humano, con causa en la
interrelación psicofísica y psicoespiritual existente en la dimensión integral
del ser humano”.
Buytendijk (7), prefiere
señalar una diferencia entre dolor físico y sufrimiento mental diciendo: “La
diferencia radica en la actitud interrogativa que surge del sentimiento en sí
mismo y no de la intensidad, profundidad o efectos del sufrimiento. El
sufrimiento mental como experiencia está entrelazado con imágenes y la
interrelación de éstas que tiene su origen en ellas…, está rodeado de su propio
problema específico, Sin embargo no es oscuro ni indefinido, ni siquiera
constituye un problema en sí mismo… El sufrimiento mental contiene un elemento
de interrogación y las preguntas formuladas difieren de las provocadas por el
sufrimiento físico. La diferencia radica, en cuanto al sufrimiento mental, en su
relativa transparencia, mientras que el caso del dolor físico – en las
circunstancias de que se halle en contraste con el mental – constituye
esencialmente en experimentar un conflicto que no es sensación dentro de la
propia personalidad”
El sufrimiento no siempre
es consecuencia de un dolor físico, sino que también puede ser una reacción
afectiva ocasionada por un estado emocional. Sin embargo el dolor físico
siempre ocasiona - en mayor o menor grado - sufrimiento.
La torsión - gesto
defensivo indicador de sufrimiento
(8)
Las torsiones - gestos
defensivos indicadores de sufrimiento - son anomalías de la presión en las
cuales los trazos
que originariamente
deberían ser rectos, se desvían contorsionándose, perdiéndose de ese modo la
firmeza en la tensión del trazado.
Si bien las torsiones son
anomalías reveladoras de sufrimiento físico, también lo son de sufrimiento
psíquico. Es por esta razón que muchas veces frente al dolor orgánico se
evidencia en el grafismo una pérdida de los movimientos curvos naturales,
acompañado de torsiones.
Es decir, frente al dolor
el gesto gráfico se tensa y ante el sufrimiento se tuerce.
Podemos afirmar entonces
que el dolor físico (entendido como proceso biológico que afecta al sistema
nervioso) puede presentarse en el grafismo acompañado de indicadores gráficos de
sufrimiento psíquico, debido a que está compuesto por dos elementos: uno
orgánico (la lesión) y otro psíquico (cognición, emoción, sufrimiento).
Sin embargo, el experto
debe tener presente que el sufrimiento psíquico no siempre es consecuencia de
un dolor físico, y por tanto no siempre se evidenciará gráficamente acompañado
de indicadores de dolor (sufrimiento físico).

Diferentes factores pueden
influir en la forma de percibir el dolor. La expectativa ante el mismo
(anticipación del dolor), la personalidad del individuo (una personalidad
altamente ansiosa, presentará un umbral más bajo de tolerancia al dolor), el
grupo étnico o cultural al que pertenece, entre otras.
No todos los sujetos,
frente a un mismo estímulo doloroso, perciben el mismo nivel de dolor, ya que
la valoración de este es subjetiva y se relaciona con los factores
constitucionales y de la personalidad de cada uno. Incluso, un mismo sujeto
frente a emociones intensas como la ira, el miedo, la desesperación, pueden
presentar una supresión momentánea del dolor, sin registrar el mismo hasta una
vez pasada tal situación.
Sabemos que el dolor es
una experiencia sensorial y emocional displacentera que puede estar asociado a
una lesión orgánica o tisular. Que un dolor físico
repercute en el ámbito psicológico de un sujeto Y también, que determinadas
patologías de orden psicológico, puede incrementar la percepción del dolor y el
sufrimiento psíquico.
Pero el sufrimiento
psíquico, puede presentarse ante diferentes situaciones que no obligatoriamente
han de considerarse una patología psíquica.
Por lo cual resulta necesario
diferenciar sufrimiento psíquico, de patología mental
Dolor mental -
Sufrimiento psíquico
Mental pain refers to
a pain that the patient reports as being impossible to describe in words, and
lacking any associations, whereas psychic suffering can be both named and
described by the patient.M.
Fleming (9), que denomina al dolor psíquico como dolor mental, nos dice
respecto a las diferencia entre dolor mental y sufrimiento psíquico: “Dolor
mental se refiere a un dolor que el paciente refiere como siendo imposible de
describir con palabras, y carente de cualquier asociación, mientras que el
sufrimiento psíquico puede ser tanto nombrado y descrito. Dolor mental se deriva
de la falta de tolerancia por parte del aparato psíquico cuando es dañado por
emociones muy dolorosas”.
Para el psicoanálisis, el
denominado dolor psíquico/ dolor mental, surge ante una herida narcisista
(humillación, vergüenza, ridículo...) que afecta el amor propio y la autoestima
y puede llegar al extremo de afectar la coherencia del sujeto, poniendo en esas
instancias en marcha procesos defensivos de tipo esquizoides.
En cambio el sufrimiento
psíquico, proviene de una alteración de la relación del sujeto con el objeto, y
es descripto como una desazón o “inquietud penosa e indefinible que acapara
la afectividad”, como por ejemplo podemos observar en la melancolía.
En ambos casos las
torsiones estarán presentes en el grafismo, pero acompañadas de otros
indicadores gráficos que presentarán - de acuerdo a cada uno de los casos -
diferentes características.


Vemos entonces que la
presencia de torsiones en un escrito puede ser - entre otras causas -
consecuencia de dolor orgánico, dolor mental, sufrimiento psíquico. Que los
componentes emocionales no son los mismos en el dolor agudo que en el dolor
crónico (por ejemplo en el dolor agudo el componente afectivo principal es la
ansiedad, mientras que en el dolor crónico es la depresión). Y que
independientemente de las causas anteriormente mencionadas, las torsiones
también pueden presentarse circunstancialmente en un escrito, indicando un
estado de ansiedad y emotividad producto del sufrimiento psíquico interior del
autor del manuscrito, al estar escribiendo sobre un tema determinado que le
provoque aprehensión, le preocupe o angustie.


De modo que el experto
frente a una
modificación de los gestos gráficos, y ante la presencia de torsiones,
antes de dictaminar que
estas corresponden a un “dolor de origen orgánico”
debe considerar cuáles
pueden ser los factores desencadenantes y agravantes, y las diferentes
posibilidades, para no atribuir los resultados a lo único que conoce.
BIBLIOGRAFÍA
1. Doyharzábal María del Carmen, Dolor, Cómo
identificar el dolor en el gesto gráfico, Apuntes de grafopatología. Cuadernillo
teórico de cátedra, 1998
2.
Jones A. K. P. Pain, its perception, and pain imaging. IASP newsletters, 1997
May,
3.
Arbaiza Aldazabal, Daniel, Boletín El dolor, N° 44, Año14, 2005.
4.
Ras, Matilde, III La mímica y la escritura, Lo
que sabemos de grafopatología,- Estudio de los escritos patológicos, Ed.
Gregorio del Toro, Madrid, 1963, pág. 44,
5.
Mucci, María del Carmen, Dolor
sensación, dolor percepción, en psicoprofilaxis quirúrgica, Conferencia
pronunciada en las 1º Jornadas Argentinas del Dolor, de la Asociación Argentina
para el Estudio del Dolor, Revista de Psicoanálisis y Cultura, N° 3, Abril 1996
www.acheronta.org.
6.
Rodríguez Guerrero, A., Dolor y sufrimiento humano, Un desafío a Dios y un
desafío al hombre), Rev. Ars Médica, Vol. 3. N° 3, 2002.
7.
Buytendijk F. J.J., Teoría del dolor, Ed. Troquel,
pág. 27-28.
8. Doyharzábal, María del Carmen, Cómo afecta el
dolor el psiquismo, Apuntes de grafopatología, Cuadernillo teórico de cátedra,
2000/ 2015.
9.
Fleming Manuela,
Distinction between mental pain and psychic
suffering as separate entities in the patient's experience, International Forum
of Psychoanalysis Volume 15, Issue 4, 2006.
Copyright
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